domingo, 3 de febrero de 2013

Microcuentero a domicilio


Juan David Montes es un joven de dieciocho años, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedios de la Fundación Universitaria del Área Andina, tiene como misión contar historias que dejen un buen mensaje en sus lectores. Un día me empezó a decir: “Cuando era niño, empezaba a dibujar algún garabato, al finalizar iba corriendo donde mi mamá a contarle una historia inusual que la dejaba sorprendida, al finalizar ella me miraba sonriente y me decía: Muy bien hijo, sí sigues así llegarás a ser un gran escritor”. Desde ese entonces, él empezó a escribir de una manera formal y al pasar el tiempo vio que lo que más le gustaba de ese oficio era que las personas compartían sus ideas. 

Las ideas llegan de una manera extraña y en momentos inesperados en donde se puede describir todo un mundo en pocos párrafos, generando así identidad con el público. 

Él se define como un presidente que pretende darnos muchos días festivos para que podamos disfrutar más del tiempo. Posee complejos de perro, ya que le gusta perseguir a la gente que admira. Le gusta correr libremente y de vez en cuando le surge el impulso de morder las nalgas de las mujeres. Su pasatiempo favorito es hacer dibujos con babas, ya que cuando estás se secan, se vuelve algo efímero. También disfruta de comer papel para así defecar poemas. Su padre es un oso y su madre un pulpo, porque tiene la habilidad de hacer muchas cosas a la misma vez. Su ideología política es pie izquierdista ya que considera que la política nunca está bien y siempre cojea. Su religión es creer en “Aquaman” ya que espera algún día poder encontrar su media sardina. 

Un día escribió algo hermoso en un pedazo de papel higiénico mientras estaba en el baño: 

El amor se escribe sin comas /  No te dirigía la palabra desde la última vez que salimos al parque a besarnos mientras los niños nos miraban y nosotros seguíamos regando nuestra indomable pasión sobre las flores que te regalaba y me pedías que nos besáramos debajo las sabanas y jugáramos a contar los lunares de nuestro cuerpo besando cada uno de ellos y sentíamos la emoción y la adrenalina de aquellas noches que corríamos como locos en los centros comerciales gritándonos que nos amábamos y reíamos para dañar los momentos en las películas tristes para después salir regando las palomitas y tomarnos de las manos lentamente y besarnos con suspiros y miradas de amor de las que se imaginan en las novelas románticas que leíamos en tu cuarto mientras cruzábamos nuestras piernas por el frío y me abrazabas buscando un calor parecido al de las mañanas en las que te llevaba el desayuno a la cama y nos duchábamos los dos juntos acariciando nuestros cuerpos por completo bajo las frías gotas de lluvia en las que bailábamos sin temor a nada ni a nadie que nos dijera algo.” 

Ahora Juan lo único que espera, es que sus escritos sean inmortales y no tengan un FIN.

Escrito por: Jaime Andrés Villa / @Peli_Agudo