miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tacones de dama, escote de fufa

Porque las historias son para narrar. PÉGUESE CONTANDO (Crónica)


Dama antigua - Liguiana Braga
Salí en busca de amor, la noche era fría, tú estabas allí. Entre el silbido del partido que terminaba, mis ojos te observaban y tú, iracundo, susurrabas por perder. Llegaste sudoroso y sin importarme acaricié tu cabello mientras te abrazaba. Salimos del coliseo buscando una cerveza que aliviara tu sed y me permitiera seguir a tu lado. Decidiste mejor ducharte y vestir de gala tu cuerpo, quizás buscado una mágica noche como la que me imaginaba. Me transformé, utilicé los tacones de mi hermana y el labial de mamá, ¡me sentí deseada! Buscaba tu amor en cada trago, en cada canción. Ansiaba que me rogaras, que me hicieras sentir única, deseable, ¡la diva de la disco! No lo hallé, fuiste sereno, poco apasionante, me sentí compañía no blanco de tu deseo. Iracunda quedé por tu actitud fiestera que subordinaba mi cuerpo al calor y sudor como los bailarines. 

Fue como pensé en aquel paisano que me observaba bailar, al mirarnos no me importó, te dejé y me fui hacia él. Buscaba darte celos bailándole tan sensual como nunca lo había hecho. Me sentí zorra, al aprovechar mi voluminoso cabello, los tacones de dama y mi escote de fufa. No lo era, es claro, no me importó como tampoco me importó besarlo. Cínica me comporté al buscar también tus besos después de lo hecho, obviamente te negaste. Sólo te quería besar, sentir e intentar mostrarme como en verdad era, SOY. Ya era tarde para ello, predominó lo remoto de mi ser, desconocido hasta por mí. Te perdí sin ser quien era, igual que el vampiro que pierde su mortal. Ignorabas mi presencia como un fantasma en la oscuridad, que arremete contra sí, contra el mundo y aun así pasa desapercibido. Parecía que rápido me olvidaste, pues tu risa celosa contaba coqueto las palabras que cruzaste al bailar con la desconocida.



Salimos evitándonos, como desconocidos, mientras los motivos y preguntas de orgullo danzaban en nuestra mente. Te ignoraba deseando que me cogieras, me abrazaras y diluyéramos lo ocurrido en un beso. EL orgullo predominó, no hubieron besos, ni abrazos ni disolución del momento. Ardía mi ira por no conseguir que me desearas ¡mis técnicas fallaron! Estaba decepcionada de mí, por primera vez no manipulé el momento, no conseguí que tus ruegos saciaran mi ego y dándome importancia consiguiera lo que deseaba: Que tú fueras caballero ante mi indigna imagen. El desespero buscó que te peleara, grité, lloré y tú calmado como el viento de la noche. Te fuiste, como también se fue lo poco que habíamos construido en esa convulsa semana que llevábamos de conocernos. No sé de ti y eso me inquieta, tu ausencia me enerva y reclama que te busque, aunque sea en redes sociales. No te conectas, Skype, Messenger, Twitter y Facebook te extrañan. Dónde estás, con quién, qué estás haciendo sin mí. Será llamarte, lo haré ahora ¡ahora!, no, nunca he buscado a alguien, no lo haré, o de pronto más tarde, quizá. No, esperaré; el orgullo no me deja y si has de ser para mí y el encanto de mi escote con la decencia de los tacones funciona, regresarás.


Excrito por: 
Adriana Garzón Mozo 

1 comentario:

  1. La esencia de la sensualidad es única, la pasión y el deseo son la llama que mantiene nuestra alma siempre en busca de un lugar ajeno...

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