lunes, 29 de octubre de 2012

Se puede dialogar, pero no lograr la paz

Porque tenemos derecho a expresarnos. PÉGUESE SIN TAPUJOS (Columna de opinión)  

*** by Alex Bykov
Los diálogos de paz se realizan como el último intento oficial de un gobierno colombiano confiado en la buena fe de la guerrilla, propiciando el diálogo abierto donde prime concretar la participación he ideologías políticas dentro de la democracia, mas no de las armas. Queda en tela de juicio el concepto de paz, desde que exista el narcotráfico, por eso la apuesta es rellenar los baches ideológicos esperanzados en que el ELN también se anime a participar y el conflicto de Colombia recaiga en bandas criminales y narcotráfico, más no en plomo por ideología. 


Podría afirmarse que las fuerzas militares de Colombia son entes con renombre, dignas de críticos y positivos análisis y reconocimiento local e internacional; su administración, lucha, organización, inteligencia y demás ante un conflicto de 48 años, podrían responder por qué su participación atiende a un Estado Social de Derecho, donde el concepto de democracia nunca ha permitido un golpe de estado. 

Puede ser porque sus dirigentes son civiles ( presidentes, ministro de defensa…) y su operación institucional están al servicio del País; más no como otros vecinos, caso Venezuela, cuyos dirigentes son militares, no quiere decir que esté mal pero no es apropiado a las lógicas de una democracia. 

La única quisquilla que queda ante el satisfactorio balance de una milicia que a soportado vaivenes de gobiernos partidistas, institucionalistas y que bailan jugando a cuál partido e ideología es la más conveniente, son las fuerzas de orden público: policías; ¿estos no deberían estar regidos por el Ministerio del Interior? 

No, sí deberían estar regidos por dicho Ministerio; pero el conflicto interno más antiguo de Latinoamérica ha obligado a que Fuerza Aérea, Armada, Ejercito y Policía se vuelvan uno para luchar; he aquí la disonancia, incumplida y atinada agenda de Seguridad Nacional, donde cada gobierno impone a su parecer dejando, según la historia, no muy satisfactorios resultados. 

Cabe mencionar que uno bien visto desde la seguridad fue el gobierno de Uribe, sin reflexionar en los otros polos de inversión social que decayeron mientras las armas se compraban. Probablemente la relección ayudó a la disminución del conflicto, pues la periodicidad y constancia son buenas hermanas; quizá su trabajo de seguridad es el que hoy habrá camino a los Diálogos de Paz. 

¿Positivos?, ¿pertinentes?, ¿redundantes?; vuelve y juega; lo único cierto es que es el último intento o esperanza que el país tiene para lograrlo; ¿la tercera será la vencida?, ojalá, porque Belisario no tubo éxito en el 84, aunque sus diálogos en Caracas lograron un alto al fuego; Pastrana, otro conservador que también llegó pensando en diálogos desde que inició su periodo en el 98, lo dejaron esperando a Tirofijo, después de que confiado en la buena fe de las Farc accedió a desmilitarizar una gran zona del sur del país y nunca cesaron las hostilidades. 

Santos hoy se hace responsable de los acuerdos y desenlace de los diálogos, al igual y como él lo afirma “Sin duda hay riesgos, pero creo que la historia sería mucho más severa con todos nosotros si no aprovechamos la oportunidad que hoy se nos presenta”. 

Los últimos golpes militares le han comunicado a la guerrilla que el ejercito si puede ir contra sus cabecillas y ser contundentes; es mejor hablar que matar; que bueno que se entienda, porque no son solo los dirigentes, son los colombianos en general quienes más han sufrido el conflicto y hasta ahora la mayoría de los casos se apellidan Impunidad. 

Muchos consideran utópico hablar de paz, es entendible desde que el sentido de realidad comunique que nunca va a existir mientras esté el narcotráfico; por eso hablar de lograr la paz es iluso, o que lo digan los supuestos inexistentes paramilitares quienes se desmovilizaron, pero se convirtieron en bandas ¿o no Bacrim?. 

La ganancia sería que su lucha ideológica y política ya no se buscaría con armas, pero el conflicto está y seguirá mientras se hable de narcotráfico; lograr la paz se puede, pero desde lo que plantea el gobierno a debatir: El desarrollo rural; garantías para el ejercicio de la oposición política y de la participación ciudadana; el fin mismo del conflicto armado y los derechos de las víctimas. 

Queda en la mesa otra esperanza: lograr que la participación atienda a una democracia, donde todos se escuchen, todos elijan y todos se encuentren en sus ideologías, para que el común prime con una hermosa arma que dispara palabras. Ahora queda esperar positivamente con la ilusión de que la guerrilla siga dialogando con el pueblo y que el ELN se anime a seguir los pasos; después hablamos de narcotráfico.

Escrito por:
Adriana Garzón Mozo 
@AdryGarzonMozo

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